La riesgosa operación de concentración dirigida por el presidente autonómico Alberto Núñez Feijóo necesitó de la llegada del venerado José María Castellano, el gallego que alumbró Inditex a la derecha de Amancio Ortega, y del dinero del FROB, nada menos que 2.500 millones, para poder intentar salir adelante.
Aunque las buenas intenciones son evidentes, como cree el Banco de España, en la propia Galicia se cuestiona ya a los referentes del proyecto. Sobre todo, por algunos detalles que están dando que hablar. Uno de ellos tiene que ver con la llegada de González-Bueno a la ciudad de Vigo, donde se ha trasladado a vivir. Las pequeñeces del sitio han dado pie a que sus paseos en Porsche, en plena crisis y con el discurso de los ajustes todo el día en la boca, acaparen las tertulias más viperinas.
Como nuevo vecino es fácil dar que hablar, incluso para mal. Y a González-Bueno empiezan ya a cortarle trajes a medida, unas veces por la ostentación de su fondo de garaje, y otras por la buena compañía que luce cuando hace vida social. Con este caldo de cultivo,hay quienes están seguros de que al primer patinazo al frente de la caja los cuchillos van a empezar a volar de manera indiscriminada
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