Uno a uno, los 20 trabajadores de Suministros Mainel reciben estos días la carta de despido. Es el fin del sueño de una firma que navegó en la ola de prosperidad de la última década y que convirtió un modesto taller con dos empleados en una fábrica de 3.000 metros en el polígono industrial de O Corgo. Sus dos socios compraron la parcela justo antes de que estallase la burbuja inmobiliaria con la ayuda de un préstamo de Caixa Galicia, que ahora los ha abocado a la liquidación.
Llegó la suspensión de pagos y con ella la propuesta de convenio, que establecía una quita del 50% de la deuda, a pagar en cinco años. Sorprendentemente la mayoría de los acreedores, con facturas sin cobrar que suman 400.000 euros, levantaron la semana pasada la mano para apoyar el plan propuesto por la empresa.
No fue suficiente. El 60% del pasivo está en dos créditos de Mainel con Novagalicia Banco, que con su voto supera el quórum mínimo que la ley establece para ejecutar o rechazar el acuerdo. Los empresarios, conscientes de que la antigua caja tenía garantías que le aseguraban el cobro del 100% de la deuda, le pidieron una renegociación de los préstamos, que con el aval de la sociedad de garantía recíproca Afigal podrían pagar íntegramente en 15 años. No tuvieron suerte. "Lo más sorprendente es que la respuesta última del banco es que ellos también necesitaban liquidez y debían ejecutar los avales para generar tesorería", aseguran fuentes de la empresa. Algunos pequeños acreedores incluso pidieron explicaciones porque no podrían creer cómo la entidad financiera había tumbado la propuesta si ellos eran más numerosos. "El único esfuerzo que se le pedía a Novagalicia sería refinanciar un crédito sin riesgo, que está garantizado por Afigal, que apoyaba totalmente la viabilidad de la empresa. No iban a sufrir ninguna consecuencia negativa de esta situación".
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